
La interacción entre la luz y la visión va mucho más allá de la agudeza visual. Factores como el deslumbramiento, la sensibilidad al contraste y la variabilidad en la intensidad lumínica influyen de manera decisiva en la calidad visual y en la seguridad del paciente. Durante un episodio del programa Tallando Conceptos, la optómetra Paola Hurtado, gerente regional de ventas de Younger Optics e IOT, y Tomaz Carvalho, director de Tallando Conceptos, discutieron cómo los cambios en el entorno lumínico afectan la experiencia visual y destacaron el papel de los lentes polarizados como herramienta clínica para el manejo integral de la luz.
La luz como elemento dinámico en la visión
La visión no se desarrolla en condiciones estáticas: conducir hacia un túnel, enfrentar el sol de frente o caminar en la playa con reflejos intensos son ejemplos cotidianos de entornos visuales cambiantes que desafían la capacidad de adaptación del ojo humano. Aunque el sistema visual posee una notable plasticidad, su respuesta es limitada frente a variaciones rápidas e intensas de la iluminación.
De allí surge la necesidad de “entender la luz como un todo”, reconociendo tanto sus beneficios como su potencial para deteriorar la función visual.
Tres factores que alteran la experiencia visual
1. Deslumbramiento
El deslumbramiento ocurre cuando la luz reflejada en superficies como el agua, el pavimento o los espejos satura las células retinianas, impidiendo una percepción nítida. En este punto, los lentes polarizados ofrecen una solución eficaz: la película polarizada organiza la luz incidente y bloquea la luz dispersa. Cabe resaltar que estos lentes deben ser oscuros y de tipo solar para garantizar el contraste necesario en el funcionamiento de la rejilla polarizadora.
2. Sensibilidad al contraste
La sensibilidad al contraste es la capacidad del ojo para diferenciar entre tonos claros y oscuros. Su deterioro compromete la calidad visual, incluso si la agudeza visual es óptima. Factores como la edad avanzada, los defectos refractivos y la presencia de neblina o baja iluminación reducen esta capacidad. Estudios de la Universidad de Alabama han demostrado que una baja sensibilidad al contraste en conductores está asociada a un mayor riesgo de accidentes viales.
3. Intensidad cambiante de la luz
La variabilidad lumínica por región, clima o condiciones ambientales representa otro desafío: ambientes nublados o con neblina dificultan la identificación de objetos y se asocian con el 30 % de los accidentes de tránsito. Por otro lado, la luz solar intensa y los reflejos obligan a los pacientes a entrecerrar los ojos como mecanismo compensatorio, con la consiguiente fatiga visual y pérdida de eficiencia.
Más allá de la agudeza visual: hacia la armonía de la luz
El abordaje clínico no debe limitarse a garantizar una agudeza visual 20/20. El concepto de “armonía de la luz” propone integrar tecnologías ópticas que regulen la intensidad lumínica, eliminen reflejos y mejoren el contraste. En este contexto, los lentes polarizados representan una recomendación obligatoria dentro del arsenal de soluciones para el cuidado visual integral.
Consideraciones técnicas para el laboratorio
El manejo adecuado de lentes polarizados en el laboratorio requiere precisión:
- Alineación: la rejilla polarizada debe mantenerse en 180º para garantizar su efectividad.
- Compatibilidad: pueden adaptarse a fórmulas esféricas, astigmatismos en cualquier eje y lentes progresivos.
- Tratamientos adicionales: son compatibles con tratamientos antirreflejo y antirrayas. Aunque el AR no es indispensable en la cara externa, puede ser útil en la interna cuando el armazón permite la entrada de luz posterior.
- Protección UV y luz azul: los lentes polarizados, según el color, ya ofrecen protección contra la luz azul; sin embargo, la prioridad clínica sigue siendo el bloqueo de la radiación ultravioleta, por su alto impacto dañino en los tejidos oculares.
Rol del profesional de la salud visual
El especialista en optometría u oftalmología tiene la responsabilidad de educar al paciente en el valor de los lentes polarizados. Estas no deben ser percibidas únicamente como un accesorio de moda o un producto deportivo, sino como una herramienta esencial para la protección ocular y la mejora de la calidad visual.
“Cuando la luz cambia, tu visión también.”
Esta afirmación resume el eje de la discusión: los cambios en el entorno lumínico impactan directamente en la visión y requieren de un abordaje clínico especializado. Recomendarlas de manera sistemática en consulta refuerza la confianza del paciente y contribuye al cuidado ocular integral.
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